TPU LIMEÑO - Advirtiendo sobre el caos que se venía

on viernes, 22 de junio de 2012
 El siguiente artículo, publicado en 1999, ha sido ligeramente corregido en ortografía y dicción, pero sin alterar el significado de su contenido.

EL TRANSPORTE PUBLICO DE LIMA METROPOLITANA

ERROR DE CONCEPTO EN EL ESTABLECIMIENTO DE RUTAS Y EL
PELIGRO DE LOS LLAMADOS COMITES O “EMPRESAS”


Que se sepa, la única vez que la ciudad de Lima contó con un transporte público jerarquizado fue en la época de los tranvías, en donde se contó con dos líneas interurbanas, una de la Plaza San Martín hacia el Callao y otra desde cerca de esa plaza hacia Chorrillos.  


La propietaria fue la Compañía Nacional de Tranvías (CNT), que, también contó con un cierto numero de líneas urbanas, algunas servidas por tranvías pequeños y otras por ómnibuses de propiedad de la misma Compañía.  Coexistiendo con esta red habían ciertas líneas administradas por el Estado que, como era de esperar, no tenían jerarquía alguna.  Este problema pasó desapercibido debido a que en esa época las informalidades no tenían tantas incidencias negativas.

Con la cancelación de la concesión de servicio a la CNT[1], por motivos totalmente políticos y la asunción total de los servicios de transporte público por parte del Estado, se perdió para siempre el concepto jerárquico que debe existir en toda red de comunicación sea cual fuere su campo de aplicación. Todavía hay tiempo para preguntar a algunas autoridades de la época el porqué de tal decisión y esperamos que no haya sido esta compañía víctima de un negociado de buses.

Tanto el Estado como las empresas de corte familiar, que existieron por aquella época, administraron los servicios del transporte público en forma gitana (para no abusar tanto de la palabra “informalidad”), estableciendo rutas sin jerarquía desde puntos periféricos de la ciudad y pasando muchas de ellas por el mero centro de la Capital. Por supuesto que en aquella época no se previeron las consecuencias desastrosas que vendrían en los años futuros por no diseñar adecuadamente esta red y que está ocasionando ahora, con la imposición de la desreglamentación total, una congestión abismal de ómnibuses que cometen faltas por doquier, ante la mirada atónita de la policía de tránsito, que ante la impotencia de hacer algo para corregirlo, se han limitado simplemente a ignorar las faltas que continuamente se cometen frente a ellos, mirando a otro lado.

Es importante observar que cuando algo está mal establecido, todo comienza a deteriorarse, incluso áreas que fueron bien concebidas pero que por estas circunstancias se ven totalmente afectadas directa o indirectamente y también comienzan a degradarse.  A materia de ejemplo diremos que la ausencia de paraderos y la indiferencia para respetar los pocos que existen en la ciudad de Lima, recarga a tal punto la labor policial que ésta deja de controlar este aspecto y se resigna a la informalidad de ver a todos los ómnibuses parando donde les viene en gana.  Otro ejemplo que también afecta a la policía nacional es el hecho de que la Dirección General de Tránsito permita que algunas líneas de ómnibuses viren a la izquierda estando en el carril extremo derecho y frente a los policías que dirigen el tránsito como es el caso de la Plaza Grau de Lima.  O que en calles de varios carriles, como son la mayoría, se permita tener paraderos a ómnibuses que en esa esquina van a virar a la izquierda como ocurre a lo largo de muchas avenidas principales como son Arequipa, Javier Prado, Arenales, etc. Con riesgos de accidentes frecuentes y que finalmente la policía se resigna a darse por desentendida del asunto.

Con el mal establecimiento de las rutas pasa algo muy parecido. La falta de jerarquización invita a que cualquier tipo de vehículo de transporte público haga de todo: urbano, interurbano, rural, etc., es decir todos salen de los pueblos periféricos y se dirigen hacia otro pueblo periférico cruzando la capital y todos ellos hacen de todo con la consiguiente proliferación de vehículos y la congestión abismal resultante. No es raro ver ómnibuses enormes haciendo servicio urbano y peor aún, vehículos pequeñitos tipo “combi” haciendo recorridos interurbanos. Mientras la Capital tuvo una dimensión razonablemente pequeña no hubo mayor problema con ello y quizás por esa razón no se previeron los resultados desastrosos que esta informalidad podría ocasionar en un futuro; pero, ahora que se han formado poblados periféricos de gran población y extensión, que para efectos del transporte público, erróneamente forman parte de la Capital, no es conveniente seguir con el mismo criterio de establecer rutas de transporte público ahora desde las afueras de estos pueblos periféricos y pasando por el centro de la Capital por que la congestión vehicular se tornará cada vez más incontrolable e ineficaz.

No podemos olvidarnos tampoco de la maniobra política del gobierno anterior que dio la oportunidad de convertirse en dueños de buses y/o choferes del transporte público, a la inmensa cantidad de trabajadores despedidos del Estado. El servicio de transporte público, fue también deteriorado seriamente por la infeliz idea de permitir que sean microempresas las que atienden el negocio del transporte público. No hubiese pasado nada si se hubiese permitido que una empresa tenga en propiedad ómnibuses para alquiler en empresas mayores debidamente constituidas o para llevar a cabo tareas de transporte particular o de turismo.

Ahora, en cambio, vemos como todos los ómnibuses compiten entre ellos peleándose a los pasajeros y sin importar las consecuencias de las faltas que cometen en todo momento para cumplir su cometido. A pesar de que forman parte de un llamado Comité, este no lo es puesto que sus miembros directivos no son elegidos entre los choferes o dueños de buses sino que es un grupo que normalmente no tiene buses en propiedad y lidera en forma permanente. Tampoco funcionan como tal aquellas que los agrupan y se hacen llamar empresas. Esta ilegalidad, en donde a claras vistas se nota que cada ómnibus opera como si fuese una “empresa” puesto que el monto recaudado es para ellos, ocasiona una serie de irregularidades que veremos más adelante por que en este momento es más importante hacer notar las ventajas que tiene una empresa no solamente  constituida legalmente sino operando administrativa y operativamente como debe decir la ley.

1.      En una empresa formalizada, el íntegro de la recaudación es administrado por ella, debiéndose dar cuenta de lo recaudado al término de cada recorrido o circuito.
2.      La empresa tiene el control absoluto de los bienes que administra, pudiendo ser éstos de su propiedad o tomados en alquiler.
3.      El personal empleado por la empresa gana un sueldo fijo más las bonificaciones, gratificaciones y sobretiempos que establece la ley. Son empleados todos los administrativos, técnicos, choferes y ayudantes sin excepción.
4.      Una empresa de transporte público puede administrar varias rutas, urbanas, interurbanas o rurales. Como tal, puede ofrecer boletos combinados a menor precio que si se comprasen individualmente.  Podría también vender paquetes de 10 y 20 boletos con descuento.
5.      De acuerdo a la demanda típica de la hora o del día la empresa puede reducir o aumentar el número de unidades en circulación.  Así, habrán más unidades en las horas pico y menos unidades el resto del día o los días feriados.  El objetivo será el de alcanzar un máximo rendimiento del servicio sin afectar al usuario.

Ahora, en cambio, debido a la ausencia de verdaderas empresas que operen el servicio de transporte público, tenemos que:

1.      No existen empresas ni comités sino organizaciones lideradas por un grupo de personas que solamente Dios y el MML saben como se formaron y que agrupan a los microempresarios dueños de buses, se supone, ó choferes que alquilan de terceros unidades (son la gran mayoría) para trabajar en alguna ruta específica y por este servicio recibirán una cuota diaria de unos 10 soles por cada unidad.
2.      Cada vehículo es una “empresa” y lo que se recauda es para ellos y por esa simple razón se pelean los pasajeros con todas las otras unidades que circulan en su camino sin importar si son de su mismo comité. Para lograr sus ganancias comete faltas por doquier, a vista y paciencia de la policía, cerrando a otros vehículos, parando en cualquier sitio y en cualquier carril de la vía y sin respetar la señal de los semáforos.
3.      Como cada ómnibus es aparentemente una empresa, ellos no pueden descansar en horas de poco tráfico o en días feriados por que si lo hacen, dejarán de percibir ingresos.  La única oportunidad de descanso vendrá cuando hayan conseguido lo que han planificado para el día y que forzosamente vendrá casi al término de éste y como esto será igual para todos, milagrosamente desaparecerá de la circulación una cantidad significativa de ellos, dando oportunidad al ingreso de los ómnibuses y micros piratas y a los que asaltan a los incautos.

Si bien es cierto que el Municipio Provincial de Lima tiene a su cargo la estructuración y la administración de las líneas de transporte público de la Capital y sus alrededores, eso no exime de responsabilidad al MTC que es el organismo que estipula las reglas de juego. La responsabilidad se puede delegar pero no evadir.

Luego, mientras exista una congestión incontrolable ocasionada principalmente por la cantidad abismal de líneas de omnibuses, circulando en forma desordenada por la Capital, el sistema de transporte público debe ser considerado como inoperable y no digno de un estudio para mejorarlo puesto que las mejoras se hacen a sistemas operativos con pequeños defectos y no a sistemas con graves defectos como el actual. Por el contrario, debe ser considerado de inmediato en emergencia debiendo el Ministerio de Transportes y Comunicaciones tomar cartas en el asunto y si es necesario relevar al MML de esta responsabilidad puesto que esta entidad ha demostrado que no está capacitado para estructurar y administrar el sistema de transporte público que la ciudad de Lima necesita.

FIGURA 1

 FIGURA 2



En las figuras 1 y 2 adjuntas mostramos en forma gráfica como es el transporte público en la actualidad y como podría ser si fuese jerarquizado. Con el servicio jerarquizado todas las unidades de pequeño tamaño o en condiciones criticables de mantenimiento serán limitadas a servicios urbanos en los pueblos periféricos de la gran Lima. Los servicios interurbanos de acceso al centro de la Capital, partirán desde los centros de densidad de estos poblados y no desde sus periferias, como se viene haciendo ahora. Los servicios rurales no deben ir hasta el centro de la ciudad sino simplemente hasta la periferia de la Capital (que debe definirse), en donde tendrán un fácil intercambio con omnibuses urbanos e interurbanos de la Capital.

Estamos dispuestos a cooperar en solucionar todos los problemas técnicos (no políticos) que afectan al transporte público y quedamos a disposición de las entidades interesadas de Gobierno o privadas que tengan el noble deseo de mejorarlo.


Carlos Reyna Arimborgo
correo-e: creyna@telefonica.net.pe
NOV-1999,FEB-2000, MAR-2004, JUN-2012



[1] LEY No 15786 - Publicada en el Peruano el 16 de diciembre de 1965

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